Esta semana Caracas celebró 444 años desde su Fundación, cuando Diego de Losada recibió a través de una cédula real española el permiso para fundar una ciudad en el Valle donde habitaba una tribu de indios con ese nombre. La llamó Santiago de León de Caracas, nombre que todavía lleva.
Desde entonces ha pasado de todo por este valle que está resguardado por ese inmenso Cerro de la coordillera central. Esta ciudad, que poco conserva de su historia, ha crecido desmesuradamente, sin planificación, y cambiando el rostro casi cotidianamente y los que aquí vivimos tenemos poco de ese arraigo que une a la gente con su pueblo. Tristemente nos vamos quedando sin cultura de ciudad.
Mi papá fue un gran admirador de C4R4C4S, tanto así que todos los años, y en su honor hacía no una fiesta, sino LA FIESTA, algunos años hasta templetes de disfraces para conmemorar este cumpleaños. Grupos de música bailable, orquestas, cotillones, sones y danzones. La gente esperaba esta fecha porque sabían que el sarao era seguro. Con mi papá aprendí historias; de calles, de edificios, de esquinas, de restaurantes, de libros, de gente, de mucha gente. Sin darme cuenta y cuando estoy por esta ciudad siempre viene a mi memoria alguna de esas historias; del encendido de la cruz del Ávila, del helicoide, de las autopistas, de la casa de Bolìvar, de los museos que allí circundan, de edificios que estuvieron, de teatros que ahora sirven de centro a cultos religiosos, de iglesias que un una época eran dignas de admirar por las reliquias que atesoraban, como la Catedral o Santa Capilla, o la iglesia de San Francisco, esa que tanto visité con él, de museos que recorrí de su mano, de restaurantes que eran íconos de esta urbe. Ya mi papà no està, y con èl se fueron muchas de estas historias,pero no los recuerdos.
Caracas sigue siendo un refugio para quienes habitamos en ella. Es como una relación. Sí, de esa que a veces agobia, pero que amas con todas tus fuerzas y siempre quieres volver. Es el ajetreo que abruma, la inseguridad que desconcierta, pero tambièn es ese dìa despejado viendo el Cerro, con clima perfecto que sólo aquí tenemos, es el compartir con la familia siempre que se pueda, es la reunión con los amigos sin avisar, es ese remanso de paz cuando vuelves. Es para mí esa añoranza de lo que alguna vez fue la "Sucursal del cielo".
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