Fundación Expedición Eólica

domingo, 26 de septiembre de 2010

Narices, Zapatos y Colores en el Cielo.!


Este fin de semana, y después de lo que comenzó como un intercambio de correos para conocer qué hace cada organización, La Fundación Expedición Eólica salió a compartir el Cielo con Doctor Yaso. Les explico; Doctor Yaso es una asociación o colectivo de gente que voluntariamente y previo entrenamiento, van de hospital en hospital regalando sonrisas a niñitos, a veces con muy pocas expectativas, que están en esos lugares. Una labor por demás admirada por nosotros hacia estas personas que dan cada fin de semana un pedazo de su corazón y regalan sonrisas que alivian y curan.
Como a René y a mí también se nos mueve la fibra con este tipo de iniciativas quisimos invitarlos a que conocieran cómo vuela un paramotor y de esa manera empezar a abrir puertas que nos permitan llegar a algunos de los niños que cada fin de semana son visitados por esos amigos que no paran de alegrarnos. Acordamos que el sábado, después de su jornada nos veríamos en Tanaguarenas. El día anterior hubo tormenta en Caracas y en el Litoral Central por lo que los pronósticos no eran nada alentadores, pero igual nos fuimos con algo de lluvia en Caracas montados en la Super Cleta (nuestra Mitsubishi panel oficial gracias a unos patrocinantes ) al lugar previsto.

Primera parada: Restaurant Los Tres Reyes, ubicado en la costa, donde estaba nuestro contacto con los payasos de hospital,  Franklin Romero , con seis acompañantes. Todo bien, volamos con los más livianos; pensamos. Nos vemos en el sitio de despegue; decimos y nos vamos.
René y yo nos adelantamos para armar a Eólico 1, cuando de repente llega otro carro con personas con batas blancas y zapatos gigantes "Es aquí la cosa?" "como llegamos primero, volamos primero" eran 5 personas más. Qué bien..! Es un grupo de 12 personas, pienso para mis adentros. De pronto  llega otro carro… y otro y otro y comienzan a bajarse narices, zapatos gigantes, pelucas coloridas, corbatines, lazos y más... Ya perdí la cuenta, le digo a René todavía con cara de asombro.
En total serían como 40 (sí, se lee cuarenta) que llegaron al lugar y teníamos previsto volar con 5. La cosa además está difícil porque el viento está cruzado, hay que despegar al revés y la tormenta que está en caracas podría llegar aquí. Decidimos que es hora de empezar y sale Daniela, la más chiquita y liviana. Se acomoda el casco sobre su pequeña cabeza, revisa que la nariz esté perfectamente colocada y estira su bata blanca que luce con inmenso orgullo sobre su traje y medias multicolor. Hora de sentarse, amarrarla a los tres puntos de seguridad en la silla, se enciende el motor con René a cargo y listo, a volaaar. El resto del grupo que estaba detrás por medidas de seguridad apenas ve el paramotor alzar vuelo revienta en alegría, aplausos y silbidos. "Viste chaaamo, el aparato puede volar" se escucha entre de los presentes. Mientras, Daniela disfruta el cielo y a mí me toca la parte más complicada, tooodos quieren volar y Por Dios que ellos creían que todos iban a poder hacerlo. Les explico que las condiciones no están dadas, además de tener limitaciones con el peso pero ellos como buenos payasos comienzan a bromear, alegando que nada es como parece, "Mira, el gigantón que ves allá, es puro bulto, pero pesa 55 kilos, de verdad verdaita.!"  Dicen mientras todos ríen a carcajadas

Es el turno de Nathaly (mi tocaya) y quien está en menos de 50 kilos, con risa un poco nerviosa arregla su atuendo, mira a la cámara, saluda entrecortada y... Al aire se fue. Mientras tanto el resto mencionaba una lista imaginaria de cómo habían dispuesto los siguientes vuelos. El viento muere por completo y la veleta besa el piso, mal indicativo para quien vuela. No hay mucho por hacer, salvo echarse un baño de playa

Ya pasada la algarabía todos coincidimos en que es una terapia que queremos regalarle a esos niños, que a veces ven todo en blanco y negro. Algunos de los que allí están trabajan en Oncológicos y quieren canalizar para darle oportunidad a niños con Cáncer, otros a niños que no pueden caminar y así cada quien aporta lo que quieren hacer para que esta iniciativa se materialice. Excelente pronóstico para lo que queremos hacer, pintarle la vida con un poco de color a los chiquitos.Creo que ese día entendí  porque todos estaban tan emocionados por estar arriba, en el cielo, y es que la única manera de hacer esa hermosa labor que hacen es estando conectados con ese niño que todos llevamos por dentro y ellos demostraron que ese niño interno es inmensamente grande para poder  dibujar una sonrisa y pintarle la vida de alegría a los que están a su paso. Bravo por eso muchachos.! 
Sí quieren ver el video, este es el lugar 
 http://www.youtube.com/watch?v=gRhWOKODbvY

domingo, 19 de septiembre de 2010

Traspié de un día de Vuelo!

Volar en un paramotor involucra muuuchas cosas. En nuestro caso, desde la concepción de construir en el garaje de la casa (y si no que lo diga mi suegra) toda la estructura que soporta al motor y a los pasajeros cuando surcamos los cielos, hasta los inventos para modificar el carro y poder transportar a "Eólico 1", nombre del primero (aunque con tres modificaciones) hecho en casa y también en Venezuela.
El otro punto con el que se debe contar es con la manera de transportar a este artefacto volador, que ha pasado por varios procesos, desde remolcarlo en mi y en su carro con un trailer, también hecho en casa, hasta modificarlo y hacerlo casi desarmable, lo que simplifica un poco la vida de René. Si bien es cierto que todo este proceso lo torna un poco más complejo y engorroso, tampoco es menos cierto que bien vale la pena , porque la autonomía del paramotor en el aire no se compara con la actividad térmica que se necesita en un parapente.
Ya tras la llegada de unos familiares de René venidos de Alemania, entre ellos un adolescente, decidimos llevarlos a volar con la certeza de que es algo original que mostrarle de Venezuela. Dicho esto lo demás fue planear la hora de encuentro en la Laguna de Tacarigua con la familia. Después de hacer una parada en el Taller de Sensibilización Turística con la comunidad que organizó la gente de Inparques y Cantv arrancamos a la playa para encontrarnos con los foráneos y probar un lebranche asado con ensalada y tostones antes de iniciar la jornada de vuelo. Todo perfecto; tarde con sol y viento del norte, comida sabrosa, y paseo en bote por la laguna mientras nos daban el permiso para sobrevolar . A pesar de haber poca fauna por la época de lluvia en la zona el paseo valió la pena aunque ya empezaba a meterse una nube que no ayudaba para quien aspira hacer una foto decente.
En fin, ya de regreso y con el tiempo contado empezamos a montar todo para que René saliera a volar con Paul, el Alemán (que nada tiene que ver con el pulpo). Apenas se prendió el motor y con escasos dos minutos de diferencia ya estábamos rodeados de nuestros guardianes, un grupo de niños que siempre nos acompañan en las jornadas de vuelo y que ya se asignaron tareas como “yo llevo la cámara” “la linterna es mìa” “quién tiene la otra rueda chamo?”. Ya casi listos comienza un ruido medio raro, bastante raro para nosotros que ya estamos acostumbrados al ruido del motor cuando uno de estos pequeñines nos dice "mira, esto no està flojo?” "Claaro que està flojo", dice Renè, con cara de burro amarrado. Lo que sonaba, en efecto eran unos tornillos que van dentro de algún componente que él como ingeniero conoce a la perfección y que sirven para sujetar el motor al punto equis que ni idea de cómo se llama. Ese desperfecto no implica ningún problema en vuelo, de hecho se puede volar asì, pero si da problemas cuando se arranca y como todo lo mecànico, no se puede forzar una pieza para que no se dañen las otras. Plan frustrado, y el Alemàn sin entender todavía que pasaba andaba sonriendo… Amiguito, no hay vuelo.! 
Enseguida, llamadas a la gente de paramotores a ver quién tiene tornillos, ya es viernes en la noche y para malísima suerte el sábado es día de fiesta nacional y no hay tornillerías abiertas. Sábado de carrera buscando alternativas porque el domingo hay pasajeros para conocer el cielo. Pasa el día y después de revisar tres modelos iguales de motores llega el momento de nefasta conclusión; ninguno de los 6 tornillos de cada uno de los Simonini, marca de motor que tenemos en común , cede para reemplazar los tornillos de Eólico 1. Están tan bien pegados los dichosos tornillitos que las llaves comienzan a torcerse. Decisión: no forzar el asunto o se dañan . Domingo de frustración, pasajeros sin volar y esperar hasta el lunes para conseguir los fulanos 6 tornillos. Lunes en la mañana: ferretería, 6 tornillos que reemplazan a los antiguos partidos y una factura de BsF 15,00 (lo que equivale a 2 dolares)  que pararon toda la operación de un fin de semana.
En fin, así podemos resumir esta travesia como Cosas que pasan!!!


martes, 14 de septiembre de 2010

Amanecer en Tacarigua


Hace unos días René y yo estuvimos, como casi todos los fines de semana, en la Laguna de Tacarigua, sitio que se ha convertido en casi habitual por el hecho de basar casi todas las operaciones de nuestro paramotor en ese lugar. Pero, y lo poco usual fue quedarnos a dormir allá, porque al contrario de lo que muchos pueden pensar no solemos quedarnos a dormir fuera de casa. En principio porque a René se le hace un poco incómodo,casi que rayando en necedad el tema de dormir fuera de sus sábanas perfectamente alineadas, con las cobijas colocadas sobre su cuerpo dándole el perfecto balance con el peso y no podía faltar la almohada de plumas recortada a su gusto. Del otro lado quien aquí escribe que tampoco es que sea muy entregada a dormir lejos de mi arsenal de almohadas (que son entre 5 y 7 según el caso), pero sin duda mucho más guerrera en cuanto a eso se trata.

Lo cierto es que, después de pasar la tarde volando sobre las costas de barlovento, avistando esa inmensa barrera de arena y manglares y estar jugando con los chamos de la zona que siempre nos acompañan y nos ayudan, decidimos, aupados por estos pequeños, y con la amabilidad de Doña Yela y el Sr. Rey quienes nos ofrecieron la casa para alquiler que allí tienen quedarnos a dormir en Tacarigua. Bastó sólo decirlo para inventar qué hacer en la noche. Ya con las cosas dispuestas (léase almohadas, sábanas y demás que no faltan en la cleta por siaca) fuimos invitados a pescar. Cuando escuché la explicación entendí por qué a muchos pescadores les falta algún diente, y es que no es fácil meterse la atarraya en la boca, pisarla con los dientes y soltarla simultáneamente con el vaiven de la red. Obvio que fracasé en el intento pero valió la pena ya que mi otra frustración de la noche es que era luna nueva y no podía hacer fotos nocturnas.Así fue como  después de pescar, bañarnos en el mar y echar cuentos terminamos caiyendo en la cama a eso de las 2am y confieso que me costó un mundo poder conciliar el sueño de tan sólo imaginar que aquella cosa que se movía cerca de la puerta pudiese ser una cucaracha, así que  le tocó a René revisar para morir de la penaal ver que era un cangrejito chiquitiiico el que me había robado el sueño por un rato.

Ya a las 530 de la mañana y antes de que sonara el teléfono despertador estaba con los ojos abiertos para salir a tomar fotos al amanecer.El sol que debió asomarse por el horizonte no se dejó ver hasta un rato después por una nube bajísima que lo tapaba, y yo en pijama y despeinada estuve frente al mar para ir  luego a la boca de la laguna a hacer fotos de cuanta ave o especie se paseara por allí. Ya eran casi las 8 am y mi aspecto, nada agraciado entre la pijama y el greñero se dejaba apreciar por la manera de mirar de la gente que comenzaba a llegar, aunado al sueño que ya se apoderaba de mí . Con esas buenas excusas decidí ir a la cama un rato, para a eso de las 10 volver a incorporarme a la rutina... empanadas de cazón con mojito o guasacaca, traje de baño, bloqueador y esperar condiciones para ver a la laguna como siempre... desde arriba.!
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